La tristeza es una de las emociones más habituales en el ser humano; no hay nadie que no la haya experimentado más de una vez. En realidad, es una respuesta natural a situaciones concretas, como una pérdida imporante, unas expectativas incumplidas o una enfermedad física. Estas circunstancias generan un dolor emocional con manifestaciones varias como llanto, falta de motivación, energía, apetito, actividad, etc. Es la señal de que algo no va bien, pero también un sentiminto normal.
Ahora bien, si la tristeza se prolonga de forma excesiva, impide a la persona seguir adelante con su vida y genera un malestar muy intenso, los especialistas consideran que puede estar convirtiéndose en depresión.
La depresión es una enfermedad mental que afecta a nuestros pensamientos y emociones, a la percepción y la interpretación de lo que sucede a nuestro alrededor y, por tanto, con consecuencias directas en nuestro interior y en nuestra conducta. Es algo que va más allá de estar triste y que incapacita, ya que existe una imposibilidad de senti,r placer junto a un empeoramiento de las funciones cognitivas (concentración, memoria, razonamiento, toma de decisiones, etc) limitando a la persona al no permitirle continuar con su rutina diaria.
¿Debo acudir a un especialista para un diagnóstico?
Para su diagnóstico, la persona debe padecer un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, durante al menos dos semanas, manifestar disminución del interés en las actividades que habitualmente le gustaban, así como un empobrecimiento en la capacidad para disfrutar mientras las lleva a cabo. En relación con lo anterior, además, debe presentar un mínimo de cuatro síntomas de entre los siguientes: insomnio o necesidad anormal de dormir, conductas ralentizadas, fatiga o, por el contrario, agitación, sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados; disminución de la capacidad para pensar o concentrarse; y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
La mejor opción es acudir a un profesional de la salud mental, ya que se trata de una patología que requiere un tratamiento especializado (antidepresivos, sesiones de psicoterapia, etc) para curarla o mejorarla. Además, cuanto más precoz sea la detección del proceso, más rápida será la evolución.
La valoración debe ser exhaustiva porque, de lo contrario, se corre el riesgo de patologizar una reacción vital normal como es la tristeza. Sobre todo, teniendo en cuenta que, aunque son muy distintas, tienen elementos en común.